CÓMO GESTIONARSE LOS ESFUERZOS EN COMPETICIÓN

  • 6 minutos de lectura

En el ciclismo de competición, la capacidad de mover muchos vatios no es el único factor determinante para obtener un buen rendimiento. La correcta gestión del esfuerzo es fundamental para lograr un desempeño óptimo y marcar la diferencia en momentos clave de la carrera. En este artículo, analizamos la comparación entre un ciclista con poca experiencia y otro con una trayectoria más amplia para comprender cómo la administración de la energía influye directamente en el resultado de la competición.

Para este análisis, se han tomado como referencia dos ciclistas con características físicas y de rendimiento similares. Ambos cuentan con un peso aproximado de 68 kg, un umbral funcional de potencia (FTP) de 330 vatios y una capacidad de reserva funcional (FRC) de 500 vatios.

El estudio se centró en analizar la distribución de su esfuerzo durante los primeros cuarenta minutos de la carrera que desarrollaban por terreno llano. Uno de los ciclistas cuenta con una experiencia limitada en competición, con entre quince y veinte carreras disputadas, mientras que el otro ha participado en más de doscientas pruebas. A partir de los datos recopilados, se han observado diferencias significativas en la forma en la que ambos gestionan su energía a lo largo de la carrera.

Los datos muestran que el ciclista con menos experiencia tiende a realizar un mayor número de esfuerzos de alta intensidad, acumulando numerosos picos de potencia a lo largo de la carrera. Esto se traduce en una pronta aparición de fatiga y una menor capacidad de respuesta en los momentos estratégicos de la prueba. En concreto, el ciclista con menor experiencia pasa un 74 % del tiempo por encima de su FTP y realiza un total de 221 esfuerzos en la zona FRC, lo que implica un desgaste excesivo.

Por el contrario, el ciclista con mayor experiencia mantiene un ritmo mucho más estable, evitando esfuerzos innecesarios y reservando energía para los momentos en los que realmente es determinante. Su tiempo por encima del FTP se reduce al 68 %, mientras que su número de esfuerzos en la zona FRC es de 164, significativamente menor en comparación con el ciclista menos experimentado.

Estos datos evidencian que no solo es importante la cantidad de potencia que un ciclista es capaz de generar, sino también la manera en la que administra su energía a lo largo de la carrera.

Un control adecuado de la distribución del esfuerzo tiene múltiples beneficios en el rendimiento de un ciclista. En primer lugar, permite llegar más fresco a los momentos decisivos de la competición, lo que facilita responder a ataques, seguir el ritmo del pelotón o realizar un sprint final en óptimas condiciones. Además, evitar esfuerzos innecesarios reduce la fatiga acumulada y mejora la capacidad de recuperación en carreras de varios días.

La diferencia entre un ciclista experimentado y uno novato no radica únicamente en la fuerza bruta, sino en la inteligencia táctica con la que administra sus recursos físicos. En el ciclismo de competición, la estrategia es tan importante como la preparación física.

Uno de los aspectos clave en la gestión del esfuerzo es saber en qué momentos se debe conservar la energía y cuándo es necesario emplearla al máximo.

Durante una carrera, existen situaciones en las que es recomendable evitar esfuerzos innecesarios. Un ejemplo claro son los momentos posteriores a un cruce, una rotonda o un giro, donde el grupo suele estirarse y muchos ciclistas tienden a realizar aceleraciones bruscas para recuperar su posición. En estos casos, es más eficiente incrementar la velocidad de manera progresiva en lugar de realizar una arrancada explosiva.

También es fundamental regular el esfuerzo en repechos poco determinantes. Acelerar más de la cuenta en un punto de la carrera donde no se va a generar una diferencia real con los rivales puede suponer un gasto energético que penalizará más adelante. Del mismo modo, cerrar un hueco con demasiada rapidez puede ocasionar un gasto excesivo de energía, lo que compromete el rendimiento en la parte final de la prueba.

En contraste, existen momentos clave en los que es imprescindible realizar un esfuerzo decisivo. Un claro ejemplo es el sprint final en un puerto o en la línea de meta, donde la resistencia acumulada y la colocación en el grupo marcan la diferencia. También es fundamental estar atento en situaciones de abanicos o cortes en el llano, en los que una mala colocación puede suponer quedar fuera de la lucha por la victoria.

Para administrar la energía de manera eficiente, es fundamental mantenerse bien posicionado en el pelotón y reaccionar en el momento adecuado. Aprovechar la rueda de los rivales es una estrategia efectiva para avanzar sin un gasto energético excesivo. Además, saber cuándo moverse dentro del grupo es crucial para evitar esfuerzos innecesarios. Moverse cuando el pelotón se encuentra en un ritmo estable y no en los momentos de máxima intensidad puede marcar la diferencia en el resultado final.

La comparación entre un ciclista experimentado y un novato deja claro que la diferencia en el rendimiento no se debe únicamente a la capacidad física, sino también a la manera en que se gestiona la energía a lo largo de la carrera. Un ciclista con mayor experiencia sabe cuándo realizar esfuerzos y cuándo reservar energía, lo que le permite optimizar su rendimiento y llegar más fuerte a los momentos clave de la competición.

Para mejorar el rendimiento en carrera, no solo es necesario mejorar el umbral, sino también desarrollar la capacidad de interpretar las situaciones de carrera y administrar el esfuerzo de manera estratégica.

Si quieres optimizar tu rendimiento y aprender a gestionarte mejor en competición, en Cyclistwork ofrecemos programas de entrenamiento personalizados adaptados a las necesidades de cada ciclista.

En este momento estás viendo CÓMO GESTIONARSE LOS ESFUERZOS EN COMPETICIÓN

Deja una respuesta