El ciclismo es una de las actividades deportivas más practicadas en la actualidad, apta para todo tipo de edades y con un riesgo muy bajo de lesión, ya que evitamos el impacto y el contacto en comparación con otros deportes. Estamos ante el deporte con mayores beneficios y de los más saludables para la salud del cuerpo humano.
Aun así, siempre que hablamos de ejercicio, por escasa probabilidad que tengamos, debemos hablar de lesiones.
Una vez estamos subidos en la bicicleta, el gesto deportivo es altamente repetitivo, el cual mantenemos durante varias horas al día, muchas horas a la semana, e incalculables al año, provocando una relevancia vital en nuestra postura de trabajo.
Podemos diferenciar entre dos tipos de lesiones.
- Lesión traumática o por caída
- Lesión dinámica o postural
La lesión traumática muchas veces es inevitable en el ciclismo. Este tipo de lesión puede comportar desde abrasiones en la piel hasta posibles fracturas en huesos provocadas por el impacto. En estos casos, lo que debemos hacer es dirigirnos directamente al centro médico para diagnosticar la lesión y posteriormente, en el caso de lesiones más graves como las fracturas, contactar con nuestro fisioterapeuta para hacer una completa recuperación.
En este artículo nos enfocaremos más en las lesiones dinámicas o posturales, las cuales podemos dividir en 4 zonas de dolor.
- Dolor en las cervicales o cuello
- Dolor en la espalda tanto dorsal como lumbar
- Dolor en la rodilla
- Dolor en el pie
Mantener una mala postura constante en nuestra bicicleta durante horas puede provocar un dolor difícil de recuperar.
Solo con que tengamos unos milímetros de variación en nuestras fijaciones del pie puede desencadenar una alteración de la cadena muscular ascendente, la cual activamos repetidamente en cada pedalada, ocasionando un desgaste de estructuras de la rodilla, de la cadera e incluso de la zona lumbar.
Si nos concentramos en las zonas del pie y rodilla, debemos hablar de la lesión más común en el ciclismo, las tendinitis. Esta lesión mundialmente conocida se describe como una inflamación del tendón, la mayor parte de las veces ocasionada por la repetición de un mismo movimiento a lo largo del tiempo. Con tan solo la definición, ya podemos hacernos una idea de que el ciclismo será de los mayores exponentes a esta lesión. De las más comunes podemos destacar las tendinitis del tendón de Aquiles, tendinitis Rotuliana o del Tensor de la fascia lata. Estos tres tendones son totalmente uniformes y verticales, los cuales, con tan solo una leve variación del ángulo entre nuestro pie-rodilla-cadera puede provocar que el tendón actúe incorrectamente durante horas, acarreando una lesión de varios meses de evolución.
Para deportistas recientemente iniciados o en el caso de la aparición de dolor en las articulaciones comentadas, como método de prevención, debemos subirnos a nuestra bicicleta y asegurarnos de que la cadera, la rodilla, el talón y nuestra fijación forman una línea recta descendente con 0º de inclinación.
En cuanto al dolor en la zona de las cervicales y el cuello viene precedido por la tensión que nos conlleva el esfuerzo. En especial, la postura en extensión mantenida del cuello provoca un pinzamiento de las vértebras y nervios posteriores de la columna cervical. Por lo tanto, recomendamos siempre tener una buena consciencia de nuestra posición corporal e ir relajando cada cierto tiempo nuestra espalda, hombros y cuello.
Desde la fisioterapia del ciclismo insistimos en que una correcta postura es vital para evitar estas posibles lesiones. Deberíamos acudir a nuestro fisioterapeuta o biomecánico para reeducar la posición.